miércoles, 11 de noviembre de 2009

No son los Vulturis.

 Yo pensaba que me llevarían ante los Vulturis o que me matarían directamente. Me abracé de rodillas y esperé.
 Pero no ocurrió nada de eso.
 Era algo que yo no me esperaría jamás,. Algo que nunca había conocido.

 Entonces caí en la cuenta de que ellos no eran vampiros. Pero tampoco eran humanos. La mujer me bajó y me dio un empujoncito para que echase a andar.
 Caminos a la medianoche por aquel paisaje extraño, lleno de extraños secretos.

  Entonces Paula avanzó hacia delante, parecía muerte de miedo. Bruce y Kevin la miraron consternados, algo grave le iba a pasar.
  Nunca jamás creí que mi vida fuese a correr peligro de esa forma, Era algo inimaginable. Jamás pensé que precisamente alguien como yo tendría que pasar por esto.
 Entonces recordé mis sentimientos cuando era humana, mis sentimientos de seguridad, de que nunca estaría de verdad en peligro.
 A pesar del miedo, no lo eché de menos. Valía la pena morir por esta causa. Morir o...lo que me fuera a pasar. Había valido la pena estar con ellos...







Esperé.




   Los chicos intentaron protegerme, intentaron atacarla pero la Madame los echó para atrás.
 Sintieron más dolor que si les hubiese atacado Jane, que ya era decir.

   Colocó una mano sobre mi frente, como si fuera a bendecirme. Entonces por todo mi cuerpo comenzó a subir un vértigo tremendo. No dolor. Sentía vértigo y veía una luz correr a mi encuentro. Y caí en  la oscuridad.

 Es apacible, la oscuridad, demasiado apacible. La muerte es como un mar nocturno en el que flotas perdida, a la deriva y sin rumbo fijo, esperando,.
 Esperando un momento que nunca llega.
 ¿De verdad era así?Demasiado apacible, demasiado consciente quizá. No veía nada, y sin embargo veía una luz...

 Me entraron ganas de gritar, de huir y de matar cuando la vi caer al suelo.
¿Estaría muerta? Eso es lo que parecía, pero no estaba yo segura de si los vampiros morían...
 Pero por la expresión de Bruce y Kevin, que la miraron,  con unos ojos que reflejaban el más hottible de los dolores.
 Estaba muerta.
  Y estaba presenciando el verdadero rostro de dos vampiros, dos vampiros que en aquel momento tenían el instinto asesino concentrado en la Madame... Daban miedo, mucho miedo. Me escondí detrás de la mujer que estaba de´trás de mí...
 Sin embargo, ella los miraba impasible. Se inclinó delante del cuerpo de Paula, cuya hermosura se había vuelto divina en la muerte, y la hizo desaparecer, así sin más.
 Intenté no pensar dónde estaría...
  Entonces no pude evitarlo. Cerré los ojos y los abrí. Necesitaba dejar salir mis sentimientos. Le di un empujó a aquella mujer, y avancé a tres pasos de la Madame.
 No pude evitarlo, me puse a cantar.
                        Vamos a ver si te atreves,
                            la mataste y los mataste
                      dejame que lo vea
                              tendrías que verlo tú,
                                     no puedo hacer nada contra tí
                              soy insignificante a tu lado
                          y a tu poder
                             y sin embargo sé algo que tú no sabes,
                              aquel secreto que sólo ellas sabían,
                            que me fue concedido
                                 y que nadie más sabrá
                            la única arma que tengo
                              pero sin embargo perderé...



 

miércoles, 21 de octubre de 2009

Septiembre de 2025

 Allí los vi, por primera vez.
 Para mi sorpresa y alegría, pude comprobar que mis sueños, que aquellas imágenes que rondaban por mi mente no eran paranoias mías.Que aquella gente existía de verdad y que, por lo tanto, no estaba loca.
 Pero yo siempre la había descrito como un ángel, aquella chica que aparecía en mi sueño despidiéndose de mí, aquella criatura misteriosa que me hablaba como si fuese de su familia, no era un ángel, me lo dijo ella misma.
 Era una vampira.
 Lo mismo que los dos chicos que la acompañaban...
 Dios santo, aquellos chicos estaban...es difícil de escribir, sólo puedo decir que ambos estaban buenísimos, eran los chicos más guapos que había visto en toda mi vida.
  No había belleza tan absoluta, tanta armonía, tanta magia, entre aquellos tres, pero al mismo tiempo...tanto miedo...

 Y allí estaban, el chico rubio charlaba con la chica, con Paula, mientras que el pelirrojo se dedicaba  a... ¿desmenuzar?, un conejo inocente. Era como si estuviese bebiendo de un cuenco de sopa. ¡Ni siquiera se veía la sangre! Es más, de no ser por la sangre que derramaba el conejo en  un fino hilillo, no me habría dado cuenta de lo que hacía.
 Y pude escuchar lo que decían.
-...Y eso fue lo que pasó.
 Paula se partía la caja. Al rato ambos se quedaron en silencio y observaron al chico "comer"
-Oye, tú, dame un poco.
-Y amí.
 El chico gruñó:
-Ni lo soñéis, iros a cazar.
-No me seas malo, Bruce.
-Eso, Bruce, eres un tacaño.
 Aquellas palabras malhumoradas  sonaban com si fuese música.
 El pelirrojo, Bruce, saltó ágilmente al suelo y salió corriendo con el conejo, tan rápido que apenas lo vi.
 Los otros dos se echaron a reír.